la silla

para decir, para que digan, para querer, para pedir, para disculpar, para justificar, para soñar...

jueves, 12 de abril de 2007

Sí, acepto...

Escribo a diario notas, crónicas, cuentos, relatos y nada… nada me parece convincente, creativo, cuerdo; es que luego de que me retiré de la revista donde trabajé por 15 años, mi caudal de ideas ha desaparecido. Reviso mis artículos todos los días como para recordar mi forma de trabajar, haber si agarro la hebra, el hilo y puedo retomar… nada, de nada… sequía absoluta… los escritos parecen ser de otra persona, yo misma me asombro de lo ingeniosos e irónicos que son, me pregunto ¿Cómo pude escribir esto tan entretenido?, así fue, lo hice. Cuando tenía apenas 23 años, llegué a hacer la práctica al periódico del gobierno, se creo en esa época un suplemento femenino donde yo era reportera, hacía pequeñas notas a mujeres “diferentes”, es decir que, se empleaban en roles masculinos, algo en ese minuto novedoso. Choferes de micro, lustrabotas, etc. Algo que ahora es demasiado normal como para destacarlo. Paulatinamente… luego de dos o tres años tal ves, nos independizamos, crecimos y pasamos hacer parte de las revistas de papel couche, no había mucho presupuesto, como todas las cosas que se inician, era casi marcha blanca pero, de a poco éste boletín semanal medio pituco comenzó a tener identidad, éramos seis mujeres con ansias de experimentar, todas nos dejábamos llevar por nuestro ímpetu juvenil. La revista se torno nuestra vida, nuestra bandera de lucha, sobre todo para mí… solterísima hasta ese minuto, a través de mis entrevistas cubría mis frustraciones, hablaba con políticas, artistas, todas mujeres a las que yo admiraba. Cada cual se forjaba su propio camino, se desarrollaba en el área que le gustaba y así, paso a paso nuestras edades avanzaban, estábamos sobre los treinta y los intereses por supuesto iban de cambio en cambio.
Laura asumió su lesbianismo, pero también se aburrió de dar explicaciones, quiso vivir mejor, sin preguntas en Barcelona. Josefa seguía pegada tanto como yo, solteras, teniendo encuentros casuales, enamorándonos de hombres irresponsables e inmaduros. Obviamente todas nuestras diferencias se empezaron a notar, todo se convirtió en caos, ninguna estaba de acuerdo con la otra, unas se pusieron más tradicionales, pacatas y cartuchas y, otras quisimos conservar la línea de un comienzo. Alguien tenía que golpear la mesa y ordenar a éste grupo de locas.
Una mañana, tal como lo hacía desde ya ocho años, entré a la revista, retrasada, agarré el diario a la pasada y me serví un café de la maquina, abrí la oficina donde nos encontrábamos a diario y ¡Sorpresa! , había un hombre guapisimo, muy joven para mí, llevando a cabo la reunión con todas mis compañeras enbobadas…

- Sofía… Bienvenida, él es Andrés Morales, el nuevo editor de “Sexto Sentido”. Estrechamos las manos y él no tenía argolla de matrimonio.

Luego de tres semanas estuve en su cama, sin saber mucho que éramos, pero no me importaba, sólo disfrutaba de su indiscutible inteligencia, su humor y, extrañamente para mí su seriedad, eso si me cautivaba, su orden, prolijidad, compostura, organización, bla, bla, bla…
Al parecer ya teníamos una relación, alocada para él, perfecta para mí. Nada cambio mucho por dos años, yo de 39 años y Andrés de 31, vivíamos juntos, en verdad casi, porque yo me mantenía en mi departamento revuelto, aunque la mayoría de las noches me quedaba con él. Hablamos mucho, nos reíamos mucho, nunca discutíamos, nos tolerábamos y respetábamos, éramos compañeros… yo era feliz, me sentía realmente plena. De vez en cuando Andrés hablaba de matrimonio, hijos y familia, yo sólo escuchaba no era algo que me preocupará pese a mi edad, pero también pensaba que él era muy joven. Pero luego insistió en la paternidad, se torno motivo de conversaciones y discusiones, yo trataba de calmar y extender la situación pero, ésta vez mi amor no cedió. Yo entendí, pero tampoco cedí, definitivamente no quería ser madre, me daba terror… ¿Por qué tenía que querer Andrés, si todo era perfecto?...
Nos separamos por tres meses, no hubo ningún tipo de contacto, pese que todas las cosas eran y funcionaban como un “nuestro”, incluso él se alejo de la revista, fue difícil, lo extrañaba a morir, demasiado, mucho…
Y me di cuenta que estaba envejeciendo y él no estaba a mi lado, fue el tiempo más triste de mi vida… y por ello decidí que sí, sería madre… sólo tenía que buscarlo.
Llegué a la oficina y él estaba ahí.

- Andrés! Corrí hacia él, le tome la cara, lo miré a los ojos y lo bese desesperadamente. Él me correspondió y luego me abrazó tan, tan fuerte, que por un momento la respiración se me detuvo… él comenzó a llorar inconsolablemente, no podía hablar…

- Mi amor!, ya… para… estoy aquí, todo paso… te amo, ¿lo sabes, verdad?... lo haré, fui una tonta… perdón, perdón… nos pondremos en campaña, ya, altiro, ahora… Mientras sonrío el se detiene y me aparta.
- Sofía… seré papá de una mujer que conocí en éste rato, no lo planeamos, salimos dos semanas y… se embarazó y… nos casaremos.



De eso ya un año. No se como he podido vivir después de ese golpe, sólo se que por Andrés hoy estoy seca, completamente seca.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal