la silla

para decir, para que digan, para querer, para pedir, para disculpar, para justificar, para soñar...

jueves, 26 de abril de 2007

ÉL NO QUISO...


Mis pasos eran temblorosos esa mañana, la más fría de todas, aún no salía el sol, estaba oscuro y sombrío. Caminaba hacia la parada del bus que me llevaría no se adonde, ese día salí sin rumbo, tenía miedo pero no pensé en eso, solo salí, sabía que debía hacerlo, iba abrigada con muchos sweters, bufandas, guantes, para aplacar el frío que, además me recorría por la espalda. Faltaba poco para llegar y desde lejos vislumbraba un hombre sentado en el paradero, nunca lo había visto y no me parecía conocido, me causaba gran curiosidad encontrarlo, quería verlo, olerlo… no sé, sentía que el frío se me quitaría a su lado, el calor de su cuerpo se expandería y entibiaría el mío, quería cobijarme, resguardarme.
La helada y la niebla a ratos me borraban la visión y no me permitían divisarlo, entonces ahí me invadía el temor de no verlo más… ¿Por qué me provocaba eso aquel desconocido?... Luego aparecía… me calmaba, incluso esbozaba una sonrisa, comenzaba a caminar más rápido y fuerte… ahora el horizonte estaba más claro y más cerca, así que, mis pasos eran seguidos, seguidos, seguidos casi corrí pero… llegué. El era mejor de lo que pude imaginar, guapo, de mi edad y me parecía cálido y sincero. Me senté a su lado torpemente, ni tan cerca ni tan lejos, pero alcanzaba a percibir su olor, era una mezcla de tabaco, café y ron, con solo olerlo adivinaba que venía de una noche de trabajo, seguro era escritor o músico, ambas posibilidades me gustaban… inconscientemente analice sus zapatos gastados, su pantalón gris, su gran paleto negro, la bufanda, guantes y boina, me costaba trabajo ver sus ojos y su boca, no quería ser impertinente y evidente, pero cuando él cerraba los ojos por minutos yo aprovechaba para memorizar su rostro agradable, tenía secos sus labios y me apetecía humedecerlos, por una extraña razón me acercaba cada vez más a su cuerpo y sentía calidez.
Abruptamente se levantó mecánicamente, sin que ninguna de sus ropas saliera de su lugar, ni siquiera voltio su cabeza para ver a esa extraña que lo acosaba con su mirada. Subió al bus, demasiado rápido, no alcancé a verlo por última vez, y lo que había guardado en mi memoria se desvaneció en un segundo… también me paralice, tuve ganas de abrazarlo por su espalda y no soltarlo nunca más, pero ya estaba arriba… tampoco pude subirme al bus, aunque me sobraban las ganas pero mi cuerpo no respondía, no atinaba, sólo mis ojos lo seguirían hasta el asiento que, ojala mirara por la ventana, porque ahí de seguro sería la oportunidad de mirarlo de frente, él advertiría mi amor, porque a esa altura me sentía enamorada, embobada, hipnotizada. Sin embargo, el bus partió antes que él lograra sentarse y… finalmente él no quiso verme, no quiso mirarme, no quiso observarme, no quiso tocarme, no quiso rosarme, no quiso palparme, no quiso acariciarme, no quiso besarme, no quiso ver mis ojos, ni mi pelo, ni mi cuerpo, no quiso estrecharme, no quiso desearme, no quiso hacerme el amor, no quiso seducirme, no quiso encontrarme, no quiso quererme, menos amarme…. Sólo quiso llegar pronto a su hogar donde seguramente lo aguardaba su mujer

jueves, 12 de abril de 2007

Sí, acepto...

Escribo a diario notas, crónicas, cuentos, relatos y nada… nada me parece convincente, creativo, cuerdo; es que luego de que me retiré de la revista donde trabajé por 15 años, mi caudal de ideas ha desaparecido. Reviso mis artículos todos los días como para recordar mi forma de trabajar, haber si agarro la hebra, el hilo y puedo retomar… nada, de nada… sequía absoluta… los escritos parecen ser de otra persona, yo misma me asombro de lo ingeniosos e irónicos que son, me pregunto ¿Cómo pude escribir esto tan entretenido?, así fue, lo hice. Cuando tenía apenas 23 años, llegué a hacer la práctica al periódico del gobierno, se creo en esa época un suplemento femenino donde yo era reportera, hacía pequeñas notas a mujeres “diferentes”, es decir que, se empleaban en roles masculinos, algo en ese minuto novedoso. Choferes de micro, lustrabotas, etc. Algo que ahora es demasiado normal como para destacarlo. Paulatinamente… luego de dos o tres años tal ves, nos independizamos, crecimos y pasamos hacer parte de las revistas de papel couche, no había mucho presupuesto, como todas las cosas que se inician, era casi marcha blanca pero, de a poco éste boletín semanal medio pituco comenzó a tener identidad, éramos seis mujeres con ansias de experimentar, todas nos dejábamos llevar por nuestro ímpetu juvenil. La revista se torno nuestra vida, nuestra bandera de lucha, sobre todo para mí… solterísima hasta ese minuto, a través de mis entrevistas cubría mis frustraciones, hablaba con políticas, artistas, todas mujeres a las que yo admiraba. Cada cual se forjaba su propio camino, se desarrollaba en el área que le gustaba y así, paso a paso nuestras edades avanzaban, estábamos sobre los treinta y los intereses por supuesto iban de cambio en cambio.
Laura asumió su lesbianismo, pero también se aburrió de dar explicaciones, quiso vivir mejor, sin preguntas en Barcelona. Josefa seguía pegada tanto como yo, solteras, teniendo encuentros casuales, enamorándonos de hombres irresponsables e inmaduros. Obviamente todas nuestras diferencias se empezaron a notar, todo se convirtió en caos, ninguna estaba de acuerdo con la otra, unas se pusieron más tradicionales, pacatas y cartuchas y, otras quisimos conservar la línea de un comienzo. Alguien tenía que golpear la mesa y ordenar a éste grupo de locas.
Una mañana, tal como lo hacía desde ya ocho años, entré a la revista, retrasada, agarré el diario a la pasada y me serví un café de la maquina, abrí la oficina donde nos encontrábamos a diario y ¡Sorpresa! , había un hombre guapisimo, muy joven para mí, llevando a cabo la reunión con todas mis compañeras enbobadas…

- Sofía… Bienvenida, él es Andrés Morales, el nuevo editor de “Sexto Sentido”. Estrechamos las manos y él no tenía argolla de matrimonio.

Luego de tres semanas estuve en su cama, sin saber mucho que éramos, pero no me importaba, sólo disfrutaba de su indiscutible inteligencia, su humor y, extrañamente para mí su seriedad, eso si me cautivaba, su orden, prolijidad, compostura, organización, bla, bla, bla…
Al parecer ya teníamos una relación, alocada para él, perfecta para mí. Nada cambio mucho por dos años, yo de 39 años y Andrés de 31, vivíamos juntos, en verdad casi, porque yo me mantenía en mi departamento revuelto, aunque la mayoría de las noches me quedaba con él. Hablamos mucho, nos reíamos mucho, nunca discutíamos, nos tolerábamos y respetábamos, éramos compañeros… yo era feliz, me sentía realmente plena. De vez en cuando Andrés hablaba de matrimonio, hijos y familia, yo sólo escuchaba no era algo que me preocupará pese a mi edad, pero también pensaba que él era muy joven. Pero luego insistió en la paternidad, se torno motivo de conversaciones y discusiones, yo trataba de calmar y extender la situación pero, ésta vez mi amor no cedió. Yo entendí, pero tampoco cedí, definitivamente no quería ser madre, me daba terror… ¿Por qué tenía que querer Andrés, si todo era perfecto?...
Nos separamos por tres meses, no hubo ningún tipo de contacto, pese que todas las cosas eran y funcionaban como un “nuestro”, incluso él se alejo de la revista, fue difícil, lo extrañaba a morir, demasiado, mucho…
Y me di cuenta que estaba envejeciendo y él no estaba a mi lado, fue el tiempo más triste de mi vida… y por ello decidí que sí, sería madre… sólo tenía que buscarlo.
Llegué a la oficina y él estaba ahí.

- Andrés! Corrí hacia él, le tome la cara, lo miré a los ojos y lo bese desesperadamente. Él me correspondió y luego me abrazó tan, tan fuerte, que por un momento la respiración se me detuvo… él comenzó a llorar inconsolablemente, no podía hablar…

- Mi amor!, ya… para… estoy aquí, todo paso… te amo, ¿lo sabes, verdad?... lo haré, fui una tonta… perdón, perdón… nos pondremos en campaña, ya, altiro, ahora… Mientras sonrío el se detiene y me aparta.
- Sofía… seré papá de una mujer que conocí en éste rato, no lo planeamos, salimos dos semanas y… se embarazó y… nos casaremos.



De eso ya un año. No se como he podido vivir después de ese golpe, sólo se que por Andrés hoy estoy seca, completamente seca.

domingo, 1 de abril de 2007


… no pude dormir en toda la noche, eso que me dispuse a hacerlo, sabía que el día siguiente sería complicado por decir lo menos, para ser sincera estaba aterrada por lo que podía suceder, pese a que los pronósticos estaban a mi favor, además ¿Cuántas veces me había enfrentado a lo mismo? Muchas, pero sí, está vez era distinto. Entonces apague todas las luces, puse esa música de timbales que tanto me relaja y el imprescindible antifaz, aun así, de vez en cuando miraba la hora y no avanzaba nunca. Apenas me llegó un rayo de sol a los ojos me levante, por fin la noche tortuosa había pasado, sea como sea pero había pasado. Empecé a hacer las cosas automáticamente, ducharme, vestirme y eso, no quise desayunar, pero finalmente tome un vaso de leche, lo necesitaba.
Quise ver la hora pero no llevaba reloj y de pronto miré alrededor y fue como si me hubiesen sacado un manto de los ojos, como si alguien me hubiese sacudido y hecho reaccionar ¿Qué hacía yo en un paradero de bus? ... tengo auto -me dije- es increíble porque las llaves están al alcance, realmente me parecía mucho… hasta preocupante, sabía que no era fácil enfrentarme con lo que venia y que estaba sometida bajo una gran presión emocional, pero siempre me he destacado por mi cordura, una mujer lúcida, despierta, vivaracha como se dice. Estando ahí no quise devolverme a buscar el auto preferí tomar la micro, aunque tuviera más tiempo para pensar… debo asumirlo, al parecer ya no daba más, no es menor saber que ya no eres sola y que dentro de siete meses tendré un hijo o hija que es lo que yo espero, no sé muy bien el porqué pero deseo que así sea. Hace poco que me independice y ha sido más engorroso de lo que creí, a eso le agrego el termino con mi novio porque según él “no era el momento”, “no estoy preparado para ser padre”, “me tomas de sorpresa”, “no sé, dame un tiempo”, como si el tiempo detuviera el embarazo o te permitiera tomar clases intensivas para ser papá, con eso de prestar el envase ni pensar en esas licencias, debes enfrentar y reaccionar si o si. Seguramente a muchas mujeres les ha pasado pero para mi fue un golpe bajo, teníamos tiempo juntos y no dudaba de su amor, pero al parecer no basta con el amor, pese a las promesas y a las proyecciones, igual se arranco, lo que me hace pensar que es tan cierta la premisa… El amor no es eterno….

Y estoy aquí, en la consulta de mi amor platónico, si porque de alguna forma u otra los médicos se convierten en eso, seguramente las enfermedades nos hacen más vulnerables de lo acostumbrado, uno los ve omnipotentes con sus capas blancas que parece que unas palabras suyas bastara para sanarnos.
-como está el bebé-
-bien, esperando que crezca–
-y lo vas a esperar tranquila, por que nos fue bien-
-Si, uf que alivio, tenia mucho miedo-
-lo se-

Nos abrazamos, no se porque, se supone que no se puede, por eso de la relación medico paciente, pero sentí un calor especial, intenso…

-buenas-
-el flamante papá ahora va a estar más feliz que nunca-
-todo bien ¿ cierto?
-el fantasma del cáncer mamario de la kata no esta-

Hablamos un rato más del tema, luego Raúl me tomo la mano y salimos, con que intención lo hizo, quien sabe ¿Será costumbre? o ¿Cambiaran las cosas?.

MI CARLOS

... Es tan extraño como agradable estar en éste café, al cerrar los ojos me veo hace diez años, creyéndome sabia y madura pidiendo un café cortado que hoy es express y fumando cigarrillos belmont Light, soñando con una carrera brillante después de viajar mucho, establecerme en París, ahí en la cuna de la moda, diseñando para la elite de la elite, creyéndome una ciudadana del mundo, mujer independiente y exitosa…
Abruptamente…

- Su café –
- Gracias –
- ¿Azúcar, Endulzante? –
- No… negro, gracias.

Tomo la pequeña taza, bebo un sorbo y sonriente miro mi argolla de matrimonio; hoy después de tanto tiempo vuelvo al lugar de siempre, mi lugar de sueños, contenta con mi vida y no anhelando esos sueños veinteañeros, pues estoy segura que no necesitaba más que un gran amor… Carlos.
Aquel que apareció repentinamente en la agencia de viajes donde buscaba pasajes económicos para partir a Europa sin retorno, yo desaliñada y alternativa, él clásico y correcto. Me observaba hace un rato, se a cerca a darme algunos datos, de pronto lo miré a los ojos y ahí supe casi por encanto que ya no habría viaje ni nada, que de ahí en adelante mi vida y mi felicidad serian él; y así fue… pasó un mes y entraba al altar del brazo de mi padre, blanca y radiante, bajo la desconfianza de todos, sin entender el giro que provocó a mi vida este amor, el más poderoso de todos, el que muy pocos tienen el placer de conocer.
Mis amigas, mi madre, mis tías, primas me criticaron y enjuiciaron, todas parte de la era femenina donde no existía cabida para el romanticismo del siglo pasado, donde la mujer se masculiniza y lucha diariamente por la igualdad de sexo y, donde yo la vanguardista lo dejaba todo por él, por decisión propia, hasta por necesidad.
¿Será que cada mujer necesita su otra mitad para tenerlo todo?... Lo creo, soy yo la prueba y me burlo de la mirada envidiosa de aquellas súper autónomas y exitosas, esas que se ven obligadas a completar sus vidas con trabajo, vida social e hijos, que el amor les ha sido esquivo o insuficiente, aquellas que se jactan de estar mejor solas, que les sería imposible y casi indigno dedicarse a su hombre… mentiras, mentiras, simplemente no tienen a ese hombre, a ese amor…
Aún así, y conciente de todo aquello soy una cobarde en no reconocer que para mi no hay más que Carlos y, finjo, finjo en ser como todas esas otras, vivo la farsa de la vida social de hoy, exitosa en el trabajo y en el matrimonio, sin hijos aún porque todavía no es el momento, no estamos suficientemente preparados, queremos que todo sea perfecto para la llegada de nuestro primogénito, tenemos que realizarnos primero individualmente, afiatarnos como pareja… ¿Cuántas veces has escuchado estas frasecitas clichés?, éstas que al decirlas tienen la aprobación de toda fémina, incluso me atrevo a decir que es lo que toda mujer aspira… ¿Será realmente sincero?, ¿Habrán algunas que desde su más profundo sentir lo querrán?... me caben todas y cada una de las dudas existentes… porque en verdad no quisiera nada de eso, ni siquiera un hijo que perturbe mi amor, pero ¿Cómo decirlo?, eso sí sería mal visto, nadie lo comprendería y mi marido con seguridad me abandona… ¿Entonces que?... no tengo más remedio que dejar que mi corazón se hinche día a día a punto de explotar, mentir, mentirme y mentirle a Carlos que soy feliz… y buscar la válvula de escape para continuar normalmente porque lo amo, lo amo, lo amo tanto, tanto que duele, me duele dejarlo cada mañana, cortar el teléfono, que se despege de mi cuerpo, que se separe un instante de mi… y lucho cada día con este sentimiento, porque no me deja vivir, no me deja ser yo, me paraliza y me horroriza pensar que algún día no esté, que me deje, o que no me piense un minuto…
Por todo esto que estoy aquí, encontré el método para seguir y amar sin sufrir, mi válvula de escape son los jovencitos que cada semana llevo a la cama de algún hotel, con los que me encuentro en diferentes cafés, los que me despejan de la gran nube de amor que no me deja ver, ni respirar… lo paso bien, solo eso, me distraigo que es el objetivo, los comparo y experimento… lamentablemente para mí, cada tarde al llegar a casa luego de una infidelidad, orgullosa de aquello porque siento amar un poco menos… Carlos tiene algo especial para mí, y me doy cuenta que todos mis esfuerzos son inútiles, cada vez lo quiero más, entero para mí, sólo mío… Sin embargo seguiré con mi práctica de desamor, talvez sin ella no lo logre soportar…